martes, 24 de septiembre de 2019

Era el año 1983. 

Llevaba orgulloso
un prendedor
de nuestro presidente.

Estábamos 
en la estación de subte.

Tuve miedo.

Pensé que alguna fuerza superior
podía arrojarme a las vías.

Heredamos
un kiosko
en un complejo polideportivo
al que llamábamos 
"el parque".

25 hectáreas 
rodeadas de eucaliptos 
e inmortalidad.

Pasábamos los veranos ahí. 

Adoraba esa casita prefabricada 
en donde armamos
el negocio.

La bandeja de golosinas, 
la heladera con las 8 puertas de madera, 
la cortadora de fiambre, 
las vitrinas...

Líneas de fuga 
para una niñez  
de pocos amigos.

Me sentía parte de un acertijo: 
un niño que aprendió a leer
la hora 
en un reloj de manecillas, 
mientras miraba un partido de bochas.

La casita prefabricada
continuaba
en una estructura de chapa
rectangular
con ventanales y mostradores, 
regalo 
de una marca de bebidas colas.

A veces, 
la usábamos de depósito 
otras, 
como despacho rápido de minutas.

Una noche, 
alguien entró
y robó mi bicicleta 
Peugeot.

La infancia 
comenzaba a desaparecer.

lunes, 23 de septiembre de 2019

Hoy es tu cumpleaños.

La muerte tiene eso también,

imaginar un color de camisa
que iría con vos.

Todavía puedo oler

el perfume 
del jabón blanco
en tu cara afeitada.

Las uñas,

crecen
a pesar del fuego.

Me veo
en sueños, 
extendiendo tus dedos
y resistiendo 
la parquedad de la vejez.

Una tarde

fuimos a dar una vuelta.

El geriátrico era una cárcel para todos.

Yo empujaba
la silla de ruedas
y me preguntaste
en qué panadería
compraba 
los sandwiches de miga.

Vos hablabas

con los banqueros del tiempo,
aquellos que alguna vez
te prometieron el paraíso.

La verdad 

vuelve
a quienes la practican.



viernes, 20 de septiembre de 2019


El Tarot 

me devuelve El Colgado.

Esfuerzos extras.

Sacrificios.
Aire.

Un globo de helio 
suspendido 
en un película de terror.

El protagonista 
tiene una pista:
la casa de mármol negro
fue construida 
por un tal Nathanson.

Atrás, 
placares comunicantes, 
una perra pelirroja
y la adrenalina 
del último round.

"Esto sucede 
cuando se pierde el guión", 
murmurás. 

Tu piel, 
me impide gritar.

jueves, 19 de septiembre de 2019


Vamos a la plaza.

Nuestra hija
se monta a su bicicleta.

Es una experta conductora, 
esquiva bolsos y termos.

Su figura 
agiganta el paisaje.

Niños y niñas
aquí y allá.

Algunos comparten 
un rayo de sol
otros, 
juegan a las escondidas.

Me recuesto
sobre el césped.
Me dejo llevar
por el movimiento 
de las nubes.

Nuestra hija,
se encuentra 
con unas amigas
y plantean 
una mancha venenosa.

"¿Pudiste ver las ofertas de las calzas?"
"¿Cómo que tu  hermano no puede cuidar a Ema el lunes?"

Ráfagas de adultez
presagian la catástrofe.

Las horas de la tarde
traen 
una fiesta de harina y azúcar.

Nada que nos interese a vos y a mí,
pienso.

Nuestra hija 
hace una pirueta 
en un trepador.

Es maravilloso
ver
como todavía
su cuerpo está comunicado
con un Todo.

¿Lobo estás?

martes, 17 de septiembre de 2019

Nuestra historia 
de la víbora
nos hacía reír.

Íbamos 
en el tren,
con las cabezas 
por fuera de la línea 
permitida,
y creo que vos fuiste
la primera en decirlo:

"ahí está la casa de la víbora".

Éramos inocentes, 
nuestro animal 
no tenía color
ni fama.

Velocidades 
entre los 6 y 10 años.

Vestías un jogging de algodón 
ancho y rosado, 
yo,
no me acuerdo.

Ropa de feria.

Las plomasas
eran puentes de paredes
de cemento
con forma de medialuna invertida,
que el convoy atravesaba
antes 
de llegar a la estación Sarandí.

¿Eran dos?

¿Te acordás?
Mi fiebre infantil
no era urgente.

Había otros planes:
comernos el estómago,
pasear los domingos
en el Falcon verde.

En el camino de conchillas, 
un verano, 
lo supe:
sólo necesitaba
que me vieran 
trepar los escalones de esas gradas.

A metros, 
está la urna 
con restos 
de aquella indiferencia.

A los pies de un árbol,
las hojas 
descomponen los recuerdos.

Nada que no sepas, 
allá donde te encuentres.

A nuestra hija
se le cayó 
su primer diente.

Una ventanita
para su nueva sonrisa.

El pequeño titán
abandonó
su refugio de sangre
y fluidos.

El hada vendrá por él 
y por nosotros.

Nuestra hija 
se demora con una manzana.

Pocas cosas
me hicieron tan feliz.


lunes, 16 de septiembre de 2019


"No escribas poemas de corrido". 

Eso dijiste, 
antes de mostrarme 
tu espalda 
en aquel sueño.

Estábamos en el pasillo de un hospital  
y te había traído una revista 
para la noche.

Era el piso 14.

¿Vamos a fumar?

Un médico nos llamó
y dijo algo sobre tu mano, 
tenías una especie de tumor 
maligno.

Supe que años después 
esa misma enfermedad 
la sufrió tu hijo.

Alguien pasea 
la mano amputada
en una camilla.

Algo me dice
que debo despertarte.


De chico 
mataba sapos.

Cientos. 

De chico, 
veía un terreno baldío 
donde tiempo después
un vecino murió electrocutado.

Nunca pude darte la mano
cuando salíamos de paseo.

Un escalofrío 
corría por mi espina dorsal.

Tampoco vi a mi padre 
darle un beso a mi madre.

La casa de mármol negro 
era una trampa para ratas.

Rezo:

Un niño grande 
con un tic en el ojo
y una completa indiferencia al amor.


Algo te asustaba
tiempo después de la muerte
de tu padre.

Su cuerpo tieso,
cubierto de neblina.

Y me dijiste,
que él había llorado
día y noche por su esposa,
y que se entregaba con un humor de perros
al aseo cotidiano.

¿No?

En la cocina
a las tres de la mañana,
te veo sentada en la mesada de granito.

Tus ojos
¡esos!
de vidrio y fuego
me perforan la garganta.

Nada que no hayamos hablado
en nuestras caminatas,
allá
cuando sonreías
y nos abrazábamos
debajo de los tilos.

A veces te sueño
y no sé qué decirte.



jueves, 5 de septiembre de 2019

Una pareja de palomas
anidó 
en nuestro balcón.

Ella
preparó un nido 
con ramitas
traídas
de allá y de acá.

El frío 
tiñe de negro 
la espera.

Ella empolla
un único huevo blanco.

Sus ojos 
atentos 
a nuestros movimientos
la hacen volar. 

La vida
teje su transparencia
en los márgenes del tiempo.

Soñé
con una voz
que me decía:
"la muerte es la ausencia de palabras."

Ella está ahí,
ofrendando su calor
de ave
a lo invisible de un instinto.

Cierro los ojos
y  me cubro 
con una manta de lana.