sábado, 2 de abril de 2022


Fue pasar por esa vidriera

y detenerme 

frente a un televisor  

en el que se transmitía 

un show de preguntas y respuestas.


Locutor y panelistas, 

carteles con puntajes

y entre ellos,

tu cara en primer plano

junto a un reloj en cuenta regresiva.


Estabas espléndida,

tu pelo brillante,

tu maquillaje,

tu vestido de encaje.


Te veía

después de doce años

de lo nuestro.


En este lado de la pantalla

había al menos un televidente

que se había ilusionado 

con eso del amor y la permanencia.


Al menos uno, 

repetí,

como un matemático  automatizado

por la supervivencia del más apto.


¿Por qué escribo con semejante torpeza?


Era solo pasar por ahí

y verte

y decirte que todo está perdonado.


Encendí un tabaco,

hacía un frío insoportable.