viernes, 20 de septiembre de 2019
El Tarot
me devuelve El Colgado.
Esfuerzos extras.
Sacrificios.
Aire.
Un globo de helio
suspendido
en un película de terror.
El protagonista
tiene una pista:
la casa de mármol negro
fue construida
por un tal Nathanson.
Atrás,
placares comunicantes,
una perra pelirroja
y la adrenalina
del último round.
"Esto sucede
cuando se pierde el guión",
murmurás.
Tu piel,
me impide gritar.
jueves, 19 de septiembre de 2019
Vamos a la plaza.
Nuestra hija
se monta a su bicicleta.
Es una experta conductora,
esquiva bolsos y termos.
Su figura
agiganta el paisaje.
Niños y niñas
aquí y allá.
Algunos comparten
un rayo de sol
otros,
juegan a las escondidas.
Me recuesto
sobre el césped.
Me dejo llevar
por el movimiento
de las nubes.
Nuestra hija,
se encuentra
con unas amigas
y plantean
una mancha venenosa.
"¿Pudiste ver las ofertas de las calzas?"
"¿Cómo que tu hermano no puede cuidar a Ema el lunes?"
Ráfagas de adultez
presagian la catástrofe.
Las horas de la tarde
traen
una fiesta de harina y azúcar.
Nada que nos interese a vos y a mí,
pienso.
Nuestra hija
hace una pirueta
en un trepador.
Es maravilloso
ver
como todavía
su cuerpo está comunicado
con un Todo.
¿Lobo estás?
martes, 17 de septiembre de 2019
Nuestra historia
de la víbora
nos hacía reír.
Íbamos
en el tren,
con las cabezas
por fuera de la línea
permitida,
y creo que vos fuiste
la primera en decirlo:
"ahí está la casa de la víbora".
Éramos inocentes,
nuestro animal
no tenía color
ni fama.
Velocidades
entre los 6 y 10 años.
Vestías un jogging de algodón
ancho y rosado,
yo,
no me acuerdo.
Ropa de feria.
Las plomasas
eran puentes de paredes
de cemento
con forma de medialuna invertida,
que el convoy atravesaba
antes
de llegar a la estación Sarandí.
¿Eran dos?
¿Te acordás?
de la víbora
nos hacía reír.
Íbamos
en el tren,
con las cabezas
por fuera de la línea
permitida,
y creo que vos fuiste
la primera en decirlo:
"ahí está la casa de la víbora".
Éramos inocentes,
nuestro animal
no tenía color
ni fama.
Velocidades
entre los 6 y 10 años.
Vestías un jogging de algodón
ancho y rosado,
yo,
no me acuerdo.
Ropa de feria.
Las plomasas
eran puentes de paredes
de cemento
con forma de medialuna invertida,
que el convoy atravesaba
antes
de llegar a la estación Sarandí.
¿Eran dos?
¿Te acordás?
Mi fiebre infantil
no era urgente.
Había otros planes:
comernos el estómago,
pasear los domingos
en el Falcon verde.
En el camino de conchillas,
un verano,
lo supe:
sólo necesitaba
que me vieran
trepar los escalones de esas gradas.
A metros,
está la urna
con restos
de aquella indiferencia.
A los pies de un árbol,
las hojas
descomponen los recuerdos.
Nada que no sepas,
allá donde te encuentres.
no era urgente.
Había otros planes:
comernos el estómago,
pasear los domingos
en el Falcon verde.
En el camino de conchillas,
un verano,
lo supe:
sólo necesitaba
que me vieran
trepar los escalones de esas gradas.
A metros,
está la urna
con restos
de aquella indiferencia.
A los pies de un árbol,
las hojas
descomponen los recuerdos.
Nada que no sepas,
allá donde te encuentres.
lunes, 16 de septiembre de 2019
"No escribas poemas de corrido".
Eso dijiste,
antes de mostrarme
tu espalda
en aquel sueño.
Estábamos en el pasillo de un hospital
y te había traído una revista
para la noche.
Era el piso 14.
¿Vamos a fumar?
Un médico nos llamó
y dijo algo sobre tu mano,
tenías una especie de tumor
maligno.
Supe que años después
esa misma enfermedad
la sufrió tu hijo.
Alguien pasea
la mano amputada
en una camilla.
Algo me dice
que debo despertarte.
De chico
mataba sapos.
Cientos.
De chico,
veía un terreno baldío
donde tiempo después
un vecino murió electrocutado.
Nunca pude darte la mano
cuando salíamos de paseo.
Un escalofrío
corría por mi espina dorsal.
Tampoco vi a mi padre
darle un beso a mi madre.
La casa de mármol negro
era una trampa para ratas.
Rezo:
Un niño grande
con un tic en el ojo
y una completa indiferencia al amor.
mataba sapos.
Cientos.
De chico,
veía un terreno baldío
donde tiempo después
un vecino murió electrocutado.
Nunca pude darte la mano
cuando salíamos de paseo.
Un escalofrío
corría por mi espina dorsal.
Tampoco vi a mi padre
darle un beso a mi madre.
La casa de mármol negro
era una trampa para ratas.
Rezo:
Un niño grande
con un tic en el ojo
y una completa indiferencia al amor.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)