Estoy en un bar
y alguien discute por el precio
del barril de gas oil.
Es extraño,
discutir por esto,
me digo,
mientras te veo entrar por una puertita azul
y ahí estamos,
vos y yo,
y vos
me decís tu nombre
y me despierto con el corazón acelerado
y revuelvo toda la casa
para encontrar una pista:
el papelito donde me escribiste tu número telefónico.
Claro,
en el sueño
no existían los teléfonos móbiles,
este detalle nos hizo sonreír.
Y recuerdo que te pregunté
sí podíamos caminar de la mano.
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