Vas a comprar unas cuantas cosas
a la verdulería de siempre.
(eso te caracteriza: la repetición).
El señor verdulero
pesa las papas, las paltas, las manzanas
y se equivoca en la suma.
Eso te beneficia,
pagás como si nada
(una voz te dice: algo estás haciendo mal)
y te ahorrás unos cuantos pesos.
La sensación es indescriptible,
es una mezcla de criminalidad y asombro.
Caminás unas cuadras con las bolsas del mandado,
el sol es arrollador,
la calle parece apañar el error hasta que llegás a una esquina.
Mirás a tu alrededor,
pensás por unos segundos,
que alguien te va a delatar.
Imaginate si por unos segundos, todas las sumas del planeta
se equivocaran
y esos miles de pesos chuecos se transformaran
en sonrisas,
o en una nueva camisa,
o en una flamante bicicleta,
o en un libro de poemas.
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