No sabía que llorar en la ducha
era una buena opción,
Bradbury
lo detalló en un poema.
Tampoco imaginé
enamorarme de un autor
con tanta intensidad.
Hay rastros Bradbury
en la poesía de Bolaño,
hay huellas Ray
en Stephen King,
(sobre todo en La noche del vampiro)
hay pisadas Shakespeare
en los borradores de Ray,
hay un niño
entre ellos
temeroso de la oscuridad.
La luz de la luna
a las 4 a.m,
huelle a pastel recién horneado.
Estoy en el balcón
fumando,
desperté de un sueño
en el que nos abrazábamos
y tu voz
repetía
una y otra vez:
amor llegaste, amor llegaste, te estaba esperando amor.