martes, 17 de septiembre de 2019

A nuestra hija
se le cayó 
su primer diente.

Una ventanita
para su nueva sonrisa.

El pequeño titán
abandonó
su refugio de sangre
y fluidos.

El hada vendrá por él 
y por nosotros.

Nuestra hija 
se demora con una manzana.

Pocas cosas
me hicieron tan feliz.


lunes, 16 de septiembre de 2019


"No escribas poemas de corrido". 

Eso dijiste, 
antes de mostrarme 
tu espalda 
en aquel sueño.

Estábamos en el pasillo de un hospital  
y te había traído una revista 
para la noche.

Era el piso 14.

¿Vamos a fumar?

Un médico nos llamó
y dijo algo sobre tu mano, 
tenías una especie de tumor 
maligno.

Supe que años después 
esa misma enfermedad 
la sufrió tu hijo.

Alguien pasea 
la mano amputada
en una camilla.

Algo me dice
que debo despertarte.


De chico 
mataba sapos.

Cientos. 

De chico, 
veía un terreno baldío 
donde tiempo después
un vecino murió electrocutado.

Nunca pude darte la mano
cuando salíamos de paseo.

Un escalofrío 
corría por mi espina dorsal.

Tampoco vi a mi padre 
darle un beso a mi madre.

La casa de mármol negro 
era una trampa para ratas.

Rezo:

Un niño grande 
con un tic en el ojo
y una completa indiferencia al amor.


Algo te asustaba
tiempo después de la muerte
de tu padre.

Su cuerpo tieso,
cubierto de neblina.

Y me dijiste,
que él había llorado
día y noche por su esposa,
y que se entregaba con un humor de perros
al aseo cotidiano.

¿No?

En la cocina
a las tres de la mañana,
te veo sentada en la mesada de granito.

Tus ojos
¡esos!
de vidrio y fuego
me perforan la garganta.

Nada que no hayamos hablado
en nuestras caminatas,
allá
cuando sonreías
y nos abrazábamos
debajo de los tilos.

A veces te sueño
y no sé qué decirte.



jueves, 5 de septiembre de 2019

Una pareja de palomas
anidó 
en nuestro balcón.

Ella
preparó un nido 
con ramitas
traídas
de allá y de acá.

El frío 
tiñe de negro 
la espera.

Ella empolla
un único huevo blanco.

Sus ojos 
atentos 
a nuestros movimientos
la hacen volar. 

La vida
teje su transparencia
en los márgenes del tiempo.

Soñé
con una voz
que me decía:
"la muerte es la ausencia de palabras."

Ella está ahí,
ofrendando su calor
de ave
a lo invisible de un instinto.

Cierro los ojos
y  me cubro 
con una manta de lana.

jueves, 29 de agosto de 2019

Cables


Haber dormido 7 horas
me trae alivio.

Las autopistas
son tibias playas
donde apoyar los pies.

Estoy parado en la puerta 
de una habitación 
en el medio 
de una ruta Interestatal.

Tengo 25 años menos, 
visto de pizza man 
y una mujer se acerca 
para recibir su pepperoni.

¿Qué sucede?

Nuestra hija me tuerce la muñeca
y me pide que siga leyéndole el cuento.

Una presencia ancestral
choca con lo presente.

¡Bang! 

Las palabras son tramposas,
sólo las hadas
saben qué hacer con ellas.

Nuestra hija cierra los párpados
y me suelta la mano.

Caigo sobre tu cuerpo
y lo abrazo.

Estoy en paz.




miércoles, 28 de agosto de 2019


Cuando no puedo dormir, 
me subo a las autopistas 
a gran velocidad.

Allí, 
estoy en la fila de un supermercado
y en la espera por pagar, 
me enamoro de la cajera.

¡Ay de mí! me digo, 
entre idas y venidas
de sábanas caídas. 

¡Ay de ti! 
bella mujer

Sólo llevo 
un paquete y una botella.

Espero que este amor
repare nuestras roturas,
antes de preguntarte
sí recibís cupones de descuento
extras larges, 
o de contarte que leí un poema
de un tal René Char...

Me fui con la compra,
por una puerta giratoria
sin saber  
qué hacer.

viernes, 12 de abril de 2019

Leo a ciertos poetas
y creo en ellos.

Poetas:

¡Abran las puertas de mi corazón!


Poetas:

¡Dejen pasar a mis hermanos y hermanas!



Teixeira de Pascoaes, a tu salud!

No me hables de los sueños.

Tu padre ha muerto,
y te ha dejado un puñado de papeles deshechos,
una billetera estropeada
y una tónica manera de relacionarte.


¿Es eso?
la distancia entre palabras,
tu aridez,
los mapas mentales.

Te vi
trepado a las ramas de un árbol
fumando una pipa.

La luz del sol
enceguecía tus ojos.

Huías.

Hay algo vivo en vos.



jueves, 11 de abril de 2019

Desmayo



Había un río, 
una pequeña población de intrusos, 
un perro de pelaje multicolor
y una enredadera
cubriendo mis arterias.

¿Alguien me escucha?

Dos mujeres estaban frente a mí, 
parecían bajadas de un Cerro,
vestían polleras largas 
y las emplomaduras de oro 
de sus dentaduras
me dieron una coordenada.

"Todavía estoy acá", 
en la esquina de Rivadavia y Pueyrredón, 
con la camisa empapada de sudor, 
temblando, 
a la espera.











sábado, 26 de mayo de 2018


Contadas veces los vi juntos.

Conservaban una apariencia
de hermanos.

Había algo en sus cabezas.

Siempre me pregunté
quiénes eran.

Recuerdo navidades
de grandes comensales
con animales dorados
y manos repletas de grasa.

Risas.

Estaban contentos,
podían jugar a las escondidas.

Una noche
los vi entrar de la mano
en un bosque.

Ya habían perdido los dientes.

Uno tenía una prótesis en la cadera y una mancha en un riñón.
Otro, un cáncer en el hígado.

Dejaron de hablar llegando a esa casa
de tejados verdosos.

El abuelo cortaba leña.
La abuela completaba el álbum familiar con fotos de sus hijos queridos.

¿Viste sus manos?

Y bajo una lluvia de fuego,
aullaron.

martes, 22 de mayo de 2018

La Dama


                              
Sé que tuvo décadas felices,
donde nadie sabía a qué se dedicaba,
años en los que vestir un traje caro
y repartir tarjetas personales
era un pasaporte al infierno.

Creo que nunca lo vi
leyendo un libro,
tampoco lo escuché
hablar de fútbol.

Eso sí:
los amigos poderosos
y los gastos extravagantes
le fascinaban.

Una vez me dijo:
“fijáte siempre en la Naturaleza”.
Después se sumergía en papelitos
con números y cuentas imposibles:

Un millón para mamá,
Un millón para…

 Nada funcionó.

Los años pasaron
y las cosas se fueron perdiendo:

Casas,
Autos,
Oficinas,
Ropa,
Amigos,
Hijos,
Amor,
Dientes.

Los papelitos con las cuentas
no dejaron de existir:
Un millón para mamá,
Un millón…

Mientras:
Idas y vueltas a las guardias de los hospitales públicos,
Él con los ojos extraviados,
y un jogging manchado de pis.

“¿Dónde está mamá?”
“¿Está enojada mamá?”

Hasta que a los 80 años
se cayó y terminó
en un geriátrico del barrio del Once.


Vio morir a varios de los ancianos que vivían ahí,
lloró día y noche,
se quejaba del sinsabor de la comida,
del mal gusto de todo lo que lo rodeaba.

“¿Está enojada mamá?”

Siento su mano en mi espalda,
dándome un envión,
yo con 10 años,
montado en una bici sin rueditas,
Él con 45.

Cuando lo vi muerto en su cama,
pensé en eso.

sábado, 6 de mayo de 2017


Me invitaron a un cumpleaños

en una de esas casas modernas,

de jardines traseros y varios ambientes.


Mi compañera ya estaba ahí,

sentada en una mesa

repleta de cosas ricas para comer.


Nuestra hija se tiró de mis hombros

apenas llegó

y fue directo a una habitación

donde había un piano y otros instrumentos.


Me saqué los zapatos,

saludé al agasajado

y a muchos otros que no conocía.

Corrían las botellas 

y en una de esas di con un vaso

después con otro

y otro

hasta que pude sentirme

un poco más gusto conmigo mismo.


Hacía muchos años

que no estaba en una celebración

con personas desconocidas.


Esta situación

me hizo boyar por distintas conversaciones.


Entonces me senté en una silla playera

y 3 personas estaban hablando de las distintas

traducciones al español del Tao Te King.


Las 3 estaban apoyadas sobre sus botellas

que iban y venían

como una pelotita de ping pong en un mundial.


Del Tao Te King

pasaron

a los poemas de Carver.


El viejo Raymond

no fue bien tratado

y eso me hizo decir algo.


Uno de ellos me preguntó

qué hacía,

cómo me llamaba

a qué me dedicaba.


Respuestas imposibles.


Dije que me ganada la vida vendiendo libros,

que nuestra hija estaba entretenida en el cuarto de al lado

y que cuando tenía tiempo libre leía.


¿Qué leés?

Uff…

este punto 10 años atrás,

hubiera generado una catástrofe.


Miré hacia los costados

y di con un resto de bebida.

Me dije:

¡Diosa inmemorial

concédeme la gracia

de la discreción y la certeza!


¡No me abandones!


Pasaron unos segundos,

y otro de ellos

(el mayor)

mencionó un poema de Baudelaire

en el que un vendedor de vidrios

recibía una pedrada desde una ventana

y todo se iba al demonio.

¡Vale ese acto la eternidad en el infierno!

Concluyó.

¡Diosa inmemorial!

¡Nunca me abandones!